Cuenta la leyenda que un señor frentegafista, entre útiles de librería, dibujos infantiles y mamarrachos al óleo, maneja su más preciado juguete. Un joystick, que es una suerte de collage de soldaduras con una gran palanca de madera bronceada sobre su centro, rodeada de innumerables teclas. Desde allí, solo por las noches de luna completa, se dice que comanda su tan amada mascota. Al parecer solo una persona manifestó sobre ella…, a los días despertó muerto por debajo de insatisfecha cúpula de edificio neogótico.
¿Andará al trote por Av. Las Heras?; ¿jugará al tobogán sobre las barrancas de Av. Del Libertador? ¿O irá a olfatear la floralis genérica?
Gliptodonte de caparazón cúbico…, deseoso de verte caminar.
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